¡Saludos, bloggeros! Sí, tiempo sin pasarme por acá. ¿Cómo andan? ¿Todo bien? ¿Cómo van esos ánimos? ¡Vamos! Póngale fuerza al día a día que tienen todo un año por delante.
Les contaré que me encuentro en vísperas a una mudanza, atolondrada con todas las cosas por hacer y estresada por el tráfico endemoniado de Lima; pero en general, bien.
Ahora, el tópic de hoy viene relacionado con algo en lo que he estado meditando todo el día: los defectos.
Hay que ser sinceros, uno –sin poder evitarlo- muchas veces tiende a considerarse “por encima del promedio”, modelo especial, edición sin fallas, etc. ¡Y es que el ego se nos sale por los poros!
Pero la verdad, afrontémoslo, tenemos tantas o más fallas que los demás. Podemos ser tan quejosos, chinchosos e insoportables como aquellos de quienes rajamos sin temor a que las orejas les exploten. Y es que no hay nadie perfecto –a excepción de Dios-, para desilusión de muchos.
Todos tenemos defectos aunque a veces tratemos de ocultarlos. Y ¿nunca les ha pasado que alguien los ha “cuadrado” y les ha dicho algo como: “Tu peor defecto es ser tan…”? Conozco a millones de personas a las que les ha pasado y me incluyo en el grupo.
Mayormente, tendemos a reaccionar a estas acusaciones con argumentos como: “¿Yo? ¡Nada que ver! ¡Estás loco(a)!”, aunque en el fondo sepamos que son tan ciertas como que dos más dos es cuatro.
Personalmente, pienso que mi peor defecto es –como lo he escuchado mil veces en palabras de mi madre y amigos- “ser jalisco”. ¿Qué es eso? Dirán. Jalisco: dícese criollamente de quien quiere tener la razón todo el tiempo.
Y sí, lo acepto. Me encanta tener la razón y aborrezco equivocarme; e incluso, millones de veces me sorprendo buscando excusas y razones tontas para demostrar que no estaba equivocada. Cosa que está totalmente errada: todos nos equivocamos alguna vez.
Pero por eso es un defecto ¿verdad? Porque no es algo bueno.
Entonces, ilumínenme: ¿Cuál creen que es su peor defecto? O ¿cuál cree LA GENTE que es su peor defecto? ¿Y ustedes piensan que tienen razón?
Tranquilos, es normal tener defectos. Lo genial es que tratemos de controlarlos y no herir a la gente con ellos. Pero muy aparte de eso, yo pienso que “en la imperfección está el gusto”. Así que, ¡ámense, gente, ámense!
¡Besos y abrazos!
Chiquitita Jo’=)
