lunes, febrero 28, 2011

¿Paranoia justificada?

What’s up, people? Espero que todo bien, que anden saltando y bailando como en una interminable fiesta. Yo estoy bien, despedí mis vacaciones con un rico ceviche, chicharrón de pescado e increíble compañía.

Hoy quería hablarles sobre “lo nuevo”. Sea lo que sea a lo que nos referimos, cuando tiene el adjetivo “nuevo” siempre nos causa un poco de emoción o nervios. ¿Sí o no? Por ejemplo, si nos regalan un televisor nuevo, nos emocionamos; de igual manera, si empezamos a trabajar en un nuevo lugar, nos sentimos un poco nerviosos los primeros días.

Y a eso es exactamente a lo que me refiero. Empezar clases en un nuevo colegio, comenzar a trabajar en una nueva compañía, ir a visitar un lugar por primera vez, comenzar algún curso… o como es mi caso, empezar la universidad.

¿No les producen sensaciones extrañas? A mí sí. Y quiero pensar que no soy alienígena y que a ustedes también les ha pasado. Sentir nervios, quizás angustia, luego emoción mezclada con un poco de ansiedad… es decir, como si la fábrica de emociones que tenemos dentro estuviera sobrecargada.

Mañana es mi primer día de clases en la universidad y para este momento ya he alucinado que se me rompía el taco, o me resbalaba, que la zapatilla se me desamarraba y me tropezaba con el pasador. También he considerado la posibilidad de llegar tarde, de no encontrar sitio, de que se me olvide mi carnet, de que me quede dormida en clase y hasta de que venga un superhéroe a pedirme ayuda y me saque del salón. Ok, lo último no.

Me he sentido emocionada y luego angustiada; preocupada y después alegre; enojada y siguiendo, agradecida. Es decir, casi, casi al borde de la bipolaridad.

Qué asco. No me gustan esas sensaciones. Quisiera poder tomar todo fresh y esperar pacientemente lo que venga; no hacerme tantos rollos pensando en las mil y un cosas que podrían salir mal o en las posibilidades que hay de que me pase algo extraordinario ese día.

Pero no. Así no soy yo –para bien o para mal-. Soy una persona nerviosa, impaciente, ansiosa, preocupada y exagerada. Más linda la combinación. En consecuencia, es muy difícil estar en un estado de “relajación” frente a las cosas nuevas que vienen. Pero lo intento. Intento relajarme y pensar que Dios tiene cosas maravillosas para mí. Y a veces, gracias al cielo, logro sentirme relajada y decir “Fresh con todo”.

Entonces… ¿ustedes también son un poco nerviosos? ¿Ansiosos? ¿Paranoicos? ¿Cómo reaccionan ante las cosas nuevas que les tocan vivir? ¿Hay alguna experiencia que me puedan contar? No creo que todos sean pacientes y que reciban todos los cambios como cosas sagradas, así que sean sinceros.

Y por último… ¿les importaría dejarme algún lindo mensajito para animarme en mi primer día?

Besos y abrazos.

Chiquitita Jo’ =)

P.d Prometo contarles todo.

jueves, febrero 24, 2011

“Cómo quisiera ser rosa para… Ah ¿cómo era?”

¡Paz! ¿Cómo andan el día de hoy? ¿Les fue bien o se pelearon con alguien? Yo bien, disfrutando la última semana de vacaciones. No me emociona mucho eso, pero habrá que chancar pues.

Antes de decirles cuál es el topic de hoy, quiero mandar unos saludos especiales para un amigo que la verdad me ha insistido tanto con que le dedique algo, ¡que ya pues! Acá están tus saludos. No, Largo. Sabes que me haces reír. Eres un buen pata.

Y él fue quién me dio la idea para el topic de esta semana.

Hoy hablaremos sobre los piropos. Sí, esas cosas que te dicen las personas del sexo opuesto y que no siempre son tan agradables como deberían. Esas rimas o frases que te gritan por la calle cuando te ven pasar o que te sueltan desde un carro. Algunos pueden ser lindos y caer como rosas del cielo, mientras que otros, tan asquerosos y desagradables como que alguien te tire un moco.

Lo típico en el caso de las chicas, es que te encuentres a un viejo verde o algún pandillerito diciéndote cosas que definitivamente ¡no van para nada! Y yo me pregunto, ¿realmente esperan que uno reaccione positivamente frente a eso?

Imaginemos, vas caminando por la calle y algún tipo te dice algo como: “Mamita, ven para acá que te estoy esperando”. Yo digo –en mi humilde opinión- estando en sus cabales, ¿de verdad piensan que la fémina se volteará y les responderá algo como “¡Ya voy papi, también te espero!”? Lamento romperles la burbuja. No pasará.

Una frase típica: “Que rica estás”. ¿Somos comida? ¿Me parezco a una hamburguesa? ¿Qué rayos pasa con estos hombres?

Luego están los que lanzan un silbido a alguna chica que va en grupo y sueltan el “Para la del medio”, “para la flaquita”, etc. Y luego de esa aclaración, el corazón de todas las demás se rompió. Qué mal.

Y bueno, tampoco hay que pensar que solo los hombres son los que lanzan piropos, porque yo he visto y he conocido chicas que le decían cualquier cosa a ciertos tipos atractivos –y a veces no tanto- que veían por la calle.

Algo que he escuchado algunas veces y que casi siempre gritado desde la ventana de un auto, es el típico “¡Papacito!”. Está bien, le subieron el ego al tipo. Está bien, pensaban que el muchacho en cuestión era lindo. ¿Había necesidad de gritarlo desde la ventanilla del auto?

Yo pienso que los piropos no son malos, es más, pueden llegar a arrancarte una sonrisa o a hacerte reír. Pero dependen mucho del contenido que tengan, de quién y de cómo te lo dijeron. Llámenme loca, pero no sentiré lo mismo si un muchacho de 20 años me dice: “Que linda estás” a que me lo diga un señor de 40.

Entonces, ¿qué piensan ustedes de los piropos? ¿Recuerdan alguno que los haya “marcado” ya sea por lo lindo o por lo inapropiado? ¿Han dado alguna vez un piropo? Respondan esas y las mil preguntas que se les puedan ocurrir. Yo feliz de leerlos.

Sin más ni más, hoy yo piropearé a mis lindos lectores. “Si este blog no los tuviera, definitivamente sería nada, porque unos lectores como ustedes valen más que mil frazadas”. Está bien, dar piropos no es lo mío. Entiéndanme.

Besos y abrazos.

Chiquitita Jo’ =)

jueves, febrero 17, 2011

Los "eleva-ego"

Saludos, besos y abrazos, flores amarillas, arroz y todo lo que se pueda lanzar. ¿Todo bien? Yo sí. Hoy quiero reírme de todo y de todos y disfrutar de la linda noche. Es que mi día se desarrollaba de manera ordinaria y normalona hasta que recibí una llamada que me hizo sonreír.

Así que procederé a colocarme los lentes, acomodarme en la posición del narrador de cuentos y a continuación les explicaré el por qué de mi tan inesperada felicidad.

Verán, dicto clases de matemática, no sé por qué, nunca me gustaron las matemáticas pero uno tiene que explotar lo que sabe. Entonces, hoy mientras estaba por entrar al cine, recibí la llamada de la mamá de uno de mis alumnos; la verdad, lo primero que pensé fue: “Ya, me llama para reclamarme y exigirme que le devuelva el dinero porque seguro su hijo no ha aprendido nada”.

Y así, un poco temerosa contesté la llamada. Para mi tranquilidad la señora me llamaba para darme “buenas noticias” pues mi alumno había aprobado con muy buena nota el tan temido examen, ese para el que lo había estado preparando desde hacía casi dos meses. Me felicitó y me dio las gracias.

¿Acaso no se siente genial cuando alguien te felicita por haber hecho bien tu trabajo? Y se siente mejor todavía cuando no estabas seguro de si lo habías hecho bien o no. Así es, las felicitaciones son el tema de hoy.

Pero la verdad, yo prefiero no llamarlas “Felicitaciones”. Para mí –y no lo van a negar- son más como “Eleva-egos”, porque esa es la función que cumplen. Recordarnos que hicimos bien una tarea, que cumplimos y hasta superamos las expectativas… en fin, aumentarnos un poquito el amor propio. Y me parece genial.

No digo que debamos andar con el ego por las nubes, pero nadie me va a decir que nunca se ha encontrado un poco decaído y que una felicitación o eleva-ego, no los hizo sonreír y decir: “Bueno, no estuve tan mal como pensaba”.

Por lo menos hoy, yo me sentí dichosa y mantuve una tonta sonrisa en el rostro por un par de horas. ¿Y a ustedes? ¿Alguna vez les han dado un “eleva-ego”? Me cuesta pensar que no. Así que anímense y cuéntenme qué es lo que recuerdan en cuanto a este asunto.

Me despido saltando en un pie y mandándoles más besos y abrazos que nunca.

Chiquitita Jo’ =)

martes, febrero 15, 2011

Romeo, Romeo, ¿qué pasó que ya no te quiero?

¡Muchos saludos! ¿Cómo estamos hoy? Yo, literalmente, sudando la gota gorda. Ese calor desconsiderado no hace más que recordarme por qué prefiero el invierno. NO HAY SUDOR.

Quedándome aproximadamente dos semanas de vacaciones antes de comenzar la universidad, vengo a molestarlos una vez más. El topic de hoy llegó a mí como en una revelación cuando me puse a pensar en el grupo casi desaparecido “Axe Bahía”.

Casi puedo escuchar a cualquiera de ustedes decir “Ok, Johanna, deja las drogas ¿quieres?”. Pero es cierto. Recordar a ese grupo, me llevó a pensar en Bruno, uno de los integrantes. Recuerdo que cuando tenía entre 9 y 10 años –ayer no más- me encantaba este chico. Tanto, que ahorré para comprarme un horroroso poster de color rosado fosforescente donde aparecía él. Y me sentí la niña más realizada del mundo cuando lo tuve.

¿Ya saben de qué estoy hablando? Exacto. Los amores platónicos de la infancia. Sí, esos con los que soñábamos, con las que muchas y muchos se alucinaban casados. Eran chicos o chicas, quizás no tan jóvenes, que nos parecían lo máximo y nos encantaban.

Eran nuestros Romeos y Julietas y de solo pensar en que nos dieran la hora, entrábamos en paro. ¿Y si realmente los hubiéramos conocido? Muerte cerebral. Bueno, no tanto, pero el punto es que eran nuestros ídolos.

Siguiendo con mi pequeño relato, mantuve este poster como por un año pegado en mi pared. Y recuerdo claramente que un día llegué del colegio y como todos los días, lo vi ahí pegado. Lo que cruzó por mi cabeza en ese momento fue una frase cargada del amor más tierno: “Que asco”.

Sí, parecía que la fiebre se me había pasado y que ahora mi antiguo Romeo se parecía más al villano del cuento, al chico que te acosa, al que se saca los mocos y se ríe, en fin, no me parecía un galán en absoluto. Así que, sin tomar ninguna precaución para no romper el poster, lo arranqué de mi pared y lo tiré a la basura.

En los días siguientes, coloqué en su lugar, un poster de Benjamín Rojas, uno de los integrantes de Erreway. Sí, había encontrado un nuevo Romeo y nuestra historia de amor a penas comenzaba.

Entonces, ¿quiénes fueron sus Romeos o Julietas? Ya sean personas famosas o gente del vecindario, vale la pena recordarlos con una sonrisa en el rostro, ya que nos mostraron cuán enamoradizos y cambiantes podemos ser los niños. Y por qué no decirlo, en su momento nos arrancaron mil y un sonrisas y uno que otro suspiro.

Sacien mi curiosidad, por favor. Yo feliz de leerlos.

¡Besos y abrazos!

Chiquitita Jo’ =)

viernes, febrero 11, 2011

Febrero 14… ¿Mi San Valentín?


¡Hola a todos! No, no soy una aparición del ciberespacio, ni un virus que se metió al blog o una página mal cargada. Soy yo. Y sí, aparezco después de bastante tiempo, pero ya pues, qué se le va a hacer. Estamos 2011, verano, y más gorditos y bonitos que nunca.

Como siempre, no sabía sobre qué escribir y para colmo tenía un dolor de cabeza de esos que provoca cortársela. Así que pensé, volví a pensar. Y por fin… el mes de Febrero vino a mi mente. Lo que usualmente me lleva a pensar en San Valentín. Y hoy, particularmente, me llevó a pensar en la historia del día de San Valentín también.

Así que me informé. Sin bromas, leí. Y encontré que se le atribuyen diferentes historias a esta fecha. Pero la que parece ser la verdadera –y me parece más interesante- se remonta a la Roma del siglo III, producto de la prohibición a los soldados de que se casaran, porque se creía que rendían mejor en el campo de batalla solteros que casados. Es entonces que aparece el sacerdote Valentín, quien creyendo en el amor, decide casar a las parejas en secreto.

Como lo que hacía era contra la ley, Valentín fue encarcelado. Mientras estuvo en la cárcel se enamoró de la hija de su carcelero. Y antes de su ejecución le dejó una carta que decía: “De tu Valentín”. He ahí el origen de las cartas de amor y poemas que se envían hoy en día. Valentín fue ejecutado el 14 de febrero.

Qué tal historia ¿no? Así que ese fue el origen del día de San Valentín. Muy bien, ahora que sabemos eso, vamos a lo que me interesa. ¿Cómo la gente celebra ese día?

Sabemos que es un día dichoso para los enamorados, que ansiosos por encontrar un motivo más para decirle “Te amo” a su pareja planean con esmero qué es lo que les regalarán, a dónde irán, etc.

Y ¿qué hay de los solteros? ¿Cómo rayos celebran ellos el día de los enamorados?

Primero, están los que piensan que es la ocasión perfecta para conseguir pareja y se apuntan en cuanto evento social y/o fiesta de emparejamiento consigan.

Luego los que se angustian con la sola idea de pasar este día solos y terminan enredados con alguien a quien apenas conocen pero que les brinda la tan ansiada compañía.

También los que tienen el corazón roto y le guardan un oscuro rencor a este día y a todo lo que tenga que ver con él. Esos que si en caso ven un globo rojo o en forma de corazón en la calle, ¡lo revientan! Y se sienten un poquito mejor.

Finalmente, los que a falta de novio/novia o por puro gusto, decidimos celebrar “El día de la amistad”. Y es que uno tiene que disfrutar de lo que tiene ¿o no?

Yo pienso que si tienes pareja, genial. Celebra. Y sino la tienes, ¡qué importa! Celebra también. Y es que quizás San Valentín haya nacido como el “Día de los enamorados” pero eso no quiere decir que la amistad no pueda reclamar ese día también.

¿Y ustedes? ¿Cómo celebran San Valentín? ¿Pueden identificar a algún otro grupo que yo haya pasado por alto y contarme cómo es su actitud ante este día? Dale, saben que soy una curiosa de lo peor.

Besos y abrazos.

Chiquitita Jo’ =)