Nos dicen que la
excusa para no transmitir ciertos deportes en la televisión o para no
auspiciarlos es que “no son comerciales”. Mientras tanto, jugadores de
diferentes edades y contextos sudan día a día en sus entrenamientos para
obtener un buen desempeño en las competencias.
¿Quién los conoce? Nadie. ¿Quién
los alienta? Su familia y amigos cercanos. ¿Qué reciben a cambio del buen
desempeño que demuestran en los torneos en los que participan? Nada. ¿Qué
estamos haciendo nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes? Igual, nada.
Quizás aún no
nos hemos dado cuenta de que sí tenemos parte en esto. El cambio no solo debe y
no va a venir de las empresas auspiciadoras –marcas de zapatillas, bebidas
energizantes, supermercados, etc.-. Y es que por pura buena voluntad no comenzarán
a auspiciar esos deportes y la transmisión en medios de comunicación será
automática. Ellas responden a una demanda, y mientras no haya mayor demanda por
los deportes no comerciales, no habrá ninguna acción diferente.
No se habla de
dejar de transmitir fútbol o vóley, como muchos fatalistas estarán imaginando.
Hablamos de que los medios de comunicación se enfoquen en la diversidad de
deportes que se practican en el país, dándole más de solo una esquina dentro de
su portal o sección deportiva.
Hablamos de una descentralización deportiva que
permitirá que el peruano sepa que no es que seamos malos en todos los deportes,
es que hasta el momento ignoraba que ya alcanzó varias victorias con una pelota
que no necesariamente va rodando por el gras o cruzando una ned.
Pero, preguntan,
cómo vamos a mostrarle a las grandes marcas que queremos más información, más cobertura
y más transmisiones. El poder de convocatoria de las redes sociales ya está
demostrado y puede ser aprovechado para conseguir el fin que aquí se plantea.
¿Para cuándo, entonces, una marcha por los deportes no comerciales? ¿Y para
cuándo una campaña mediática donde personajes del medio se pronuncien a favor?
Por supuesto,
como ocurre con toda iniciativa en nuestro país, se levantarán los “haters” a
decir que nos preocupamos de cosas que no valen la pena, que dejemos todo como
está. Y mientras se produce esa pelea, los ignorados atletas por los que peleamos
seguirán levantándose a las 4:30am a entrenar con un par de zapatillas ya
gastadas, esperando que su país por fin se decida a apostar unos cuantos soles
por ellos. Ahora sí, la pelota está en nuestra cancha.