Mudo, alcohólico,
analfabeto, viudo y admirador de Jesucristo. Uno de los más grandes cantautores
y pensadores de todos los tiempos, ni más ni menos. La historia de Facundo Cabral se resume en un conjunto de sucesos
inesperados que desencadenan en una muerte que conmocionó al mundo entero.
Muchos dicen que las historias llenas de cosas
inesperadas no están completas hasta que tienen un final igual de inesperado. Los
doctores creían que era idiota y su madre, mudo. Se equivocaron. Facundo Cabral
fue escritor, filósofo y músico. Y desempeñó con excelencia cada una de estas
tareas.
Si tuviera que elegir una palabra para describir al
multifacético Facundo sería esfuerzo. Esfuerzo al escapar de casa y buscar
llegar como sea a la capital para pedir trabajo. De lo que sea, pero trabajo.
Esfuerzo. Es 1946 y él ya tiene nueve años. Sentado al
lado de la Catedral ve acercarse a la pareja presidencial. Esta es su
oportunidad. Se acerca, lo detienen, lucha y finalmente logra su cometido. “¿Hay
trabajo?” pregunta Facundo. Él había escuchado que el Presidente ayudaba a los
pobres, así que no había nada de malo en pedir esa ayuda. “Por fin alguien que
pide trabajo y no limosna” sentencia Evita Perón, Primera Dama de Argentina.
Logra que a su madre le den trabajo en una escuela y
que a él lo metan a estudiar allí. Pero no se queda. Demasiado inquieto para
ser un simple estudiante, decide ir a trabajar al campo y termina
convirtiéndose en un joven problemático.
La palabra esfuerzo le sienta bien pero no es el único
sustantivo. La rebeldía también lo describe. Entonces, ¿fue un rebelde
esforzado? Estimados, Facundo fue eso y más.
Rebeldía. Es 1951, 14 años para Cabral. Está en la
cárcel por recurrir más a los golpes que a las palabras. El odio hacia su padre
lo consume y no le deja seguir adelante. No entiende por qué abandonó a su
madre, por qué lo abandonó a él. Pero quiere venganza. Y entonces aparece la
que podría ser la primera figura paterna que jamás ha tenido: Un jesuita, que
cansado de los pleitos en los que andaba metido, lo mete a una biblioteca y le
enseña a leer.
Nuestro protagonista escapa de la correccional sin
imaginar que estaría a punto de conocer a uno de sus más grandes ídolos:
Jesucristo. Se lo presenta un mendigo, así como quien no quiere la cosa. Y
Facundo descubre en Jesús y en los profetas enseñanzas que calaron profundo y
se volvieron temas fundamentales para este rebelde muchacho que, después de
todo, ya no era tan muchacho.
Muchos dicen que las historias llenas de cosas
inesperadas no están completas hasta que tienen un final igual de inesperado. Facundo
se vuelve músico, se hace famoso y comparte sus pensamientos. Viaja mucho y
escribe bastante. Canciones, pensamientos, lo que pueda. La gente lo escucha
como quien escucha a alguien que dice cosas inusuales pero con bastante
sentido.
Es 2011 y Cabral ya no tiene las energías de antes.
Sesenta años han pasado y muchas experiencias han sido ganadas. Celebra sus
últimos conciertos y regala las últimas melodías al público que tanto lo
aclama. Nuestro muchacho creció y de chico problema pasó a ser uno de los más
grandes cantautores, filósofos y escritores del mundo. No obstante, aún conserva
el aire rebelde y soñador que lo ha marcado durante toda su vida.
Una avenida que normalmente está llena de gente se
encuentra prácticamente desierta. Son las 5:19am y Facundo se dirige al
aeropuerto de Guatemala. Está cansado. Los años no han pasado en vano y las
energías ya no son las mismas. Debe alcanzar un vuelo que lo llevará al
siguiente destino en la gira que realiza.
Va sentado en el asiento del copiloto y lo sigue un
auto con dos de sus custodios. La noche está tranquila y todo parece estar bajo
control. De la nada aparece un auto. Va muy rápido, los alcanza, los
intercepta. Se escuchan disparos. A las 5:20am Facundo Cabral es asesinado de
varios balazos. Sus 74 años se fueron en un instante y el mundo entero lo
lamenta.
Muchos dicen que las historias llenas de cosas
inesperadas no están completas hasta que tienen un final igual de inesperado. Y
eso pasó con Facundo. Nadie esperaba que fuera asesinado un 9 de julio del
2011.
¿Qué más se puede decir de Facundo Cabral? ¿Que a los
46 años conoció a su padre y con eso cerró por fin ese capítulo de su vida? ¿Que
su esposa y su hija fallecieron en un accidente de avión? ¿Que fue nominado al
Premio Nobel de la Paz pero no ganó?
Se pueden decir muchas cosas de él, se pueden contar
muchas anécdotas. Pero con ninguna de esas historias podría llegar a enfrascar
su esencia. Cabral se nos fue hace casi ya dos años y hoy, al escuchar sus
melodías, la piel todavía se nos pone “chinita”.
“Amo y señor de mí mismo, sin bandera y sin espada
Al viento devolveré las maravillas prestadas
Las alegrías de ser y hacer lo que uno ama
Querida, perdóname si a ti no te dejo nada...”
Al viento devolveré las maravillas prestadas
Las alegrías de ser y hacer lo que uno ama
Querida, perdóname si a ti no te dejo nada...”
El
mundo entero te perdona, Facundo. Y te agradece. Tu sorprendente vida y tú, nos
dejaron más de lo que alguna vez pudimos esperar.
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