viernes, mayo 08, 2015

Hilo invisible

Estoy a punto de ir a la cama, ni siquiera sé por qué esperé tanto. Desde donde estoy puedo ver las luces del semáforo parpadear, como una ayuda para los conductores que regresan a casa. Dos o tres autos en la pista, no más. Es bastante tarde y yo sigo aquí parada, asomada a la ventana para ver si apareces.
El frío característico de la madrugada me pone la piel de gallina pero no me saca de mi posición, esa que asumí hace más de una hora y que he mantenido como general de tropa, sin moverme. Todo está tan callado que el sonido de la llave en la cerradura me hace saltar. Llegaste, por fin. No me muevo ni un centímetro, mi mirada está fija en la pista y en los cada vez menos autos que la recorren. El aroma que caracteriza estas apariciones no se hace esperar y lo respiro como tantas otras veces. ¿Etiqueta roja? ¿Alto del Carmen? ¿Qué habrá sido esta noche?
Tu primer movimiento no es caminar hacia mí y yo me pregunto qué estarás tramando. No volteo a verte pero escucho cómo prendes el viejo equipo de sonido. Entonces, una canción más que conocida para los dos inunda la sala. Me muerdo los labios. ¿Crees que esta vez funcionará?
Tu voz acompaña la melodía con un suave tarareo: ronco, varonil, con esa voz que me raspa la piel. Maldición, no puedo negar que cantas mejor que la mayoría.

If you want a lover,
I'll do anything you ask me to
And if you want another kind of love,
I'll wear a mask for you
If you want a partner, take my hand
Or if you want to strike me down in anger,
Here I stand
I'm your man

Avanzas a paso relativamente firme –lo más firme que te permiten las copas que disfrutaste- y tu pronunciación es casi perfecta. Llegas a mí más rápido de lo que espero y me tomas por la cintura en un movimiento firme. No puedo creer que aún no te haya echado a patadas.

“Basta”, escupo. Fría, amargada, herida. Pero tú no me sueltas y no te callas. Tus manos no se mueven de mi cintura y me aprietas fuerte hacia ti. Me cuesta mantener el tono firme que tenía. Diablos, hasta me cuesta respirar.

If you want a boxer,
I will step into the ring for you
And if you want a doctor,
I'll examine every inch of you…

“Te dije que basta”, pronuncio y de un manotazo intento quitar tus manos de mi cintura. Por supuesto, es en vano. Tus manos son el doble que las mías, después de tanto tiempo ya debería saber que no te rendirás fácilmente, que no me dejarás ir.

Abres la boca para seguir cantando y una bestia se apodera de mí, como si el odio que he sentido en los últimos tres años cada vez que esta escena o una parecida se repetía, se hubiera acumulado en mis brazos. Te empujo y me sueltas. Te abofeteo y me miras. No pestañeas, no respiras, solo me miras. Me alejo.

Las lágrimas pelean desesperadamente por salir de mis ojos y me arden de tanto aguantarlas. No me importa que me veas llorar. Quiero que sepas que me duele y que estoy harta. Que te quiero a ti pero no quiero esto, no completamente.

“Estoy cansada”. No grito, no me exalto, ni siquiera te miro. Se me quiebra la voz pero continúo. “No entiendo por qué sigues arruinándolo todo, haciendo lo mismo una y otra vez. Pero ¿sabes qué? Lo que menos entiendo es por qué yo sigo aquí para ti”.

A lo lejos se escucha el claxon de un auto. Continúas mirándome y de pronto te acercas hasta quedar a dos centímetros de mi rostro. “Tú sabes por qué”, me dices mientras limpias mis lágrimas con tu mano y como si nada, como si esta retorcida dinámica te gustara, sigues cantando.

Ah, the moon's too bright
The chain's too tight
The beast won't go to sleep
I've been running through these promises to you
That I made and I could not keep

Es tu canción favorita porque las palabras de Leonard Cohen te describen. La luz que entra por las cortinas entreabiertas ilumina tu rostro haciéndolo ver casi angelical. Eres el clásico lobo disfrazado de oveja y yo el pastor que no duda al incluirte en su rebaño. Quito tu mano de mi cara y te miro a los ojos, más seria que nunca y a la vez igual de vulnerable que siempre. “Me voy”, sentencio. Es la primera vez que lo digo y no se siente tan bien como lo imaginé.

De manera lenta pero sin titubear pones tus manos sobre mis mejillas y apoyas tu frente contra la mía. Tus ojos están rojos y tu mirada es tan intensa que me penetra los huesos. Sueltas mi cara y acto seguido me abrazas, como si no hubiera mañana, como si se te escapara la vida y quisieras retenerla. Mis brazos no te corresponden, están firmes alrededor de mi cuerpo. En un último y desesperado intento, aprietas más el abrazo y retomas la canción...

But a man never got a woman back,
Not by begging on his knees
Or I'd crawl to you baby
And I'd fall at your feet

Cada palabra quema cual sal en la herida. Han pasado solo unos minutos pero a mí me parece que hemos pasado una eternidad en este ir y venir. Lo que más duele es que por más que lo niegue, no quiero irme. ¿Y si cambias? ¿Y si de verdad cumples y haces todo lo que dice la canción que tanto adoras? Me maldigo por si quiera considerar esa posibilidad. Tú, sigues cantando e intentas que ese abrazo se transforme en baile, meciendo tu cuerpo lentamente de un lado a otro.

And I'd howl at your beauty
Like a dog in heat
And I'd claw at your heart
And I'd tear at your sheet
I'd say please, please
I'm your man

¿A quién engaño? Lo eres y lo sabes. Sabes que por más que quiera no me iré porque hay algo que me ata a ti. No sé qué ni cómo, o en qué momento se hizo tan fuerte como para tenerme aquí todo este tiempo aguantando todos tus demonios, pero existe. Ese hilo invisible es tan real como tú y como yo. Estoy atorada contigo y lo más retorcido de todo esto es que me fascina estarlo. Me rindo y correspondo el abrazo, mientras tú empiezas a besar mi cuello de manera desesperada, aliviado y a la vez divertido. Has ganado. Algún día me iré, pero definitivamente no será hoy. 


miércoles, mayo 06, 2015

El béisbol peruano y su juego perfecto

La selección peruana de béisbol de mayores consiguió la medalla de bronce en el sudamericano de Brasil y alcanzó reconocimiento por llevar a cabo un juego perfecto. Pese a todo, no recibe reconocimiento del IPD.

Alcanzaron la gloria y no recibieron nada a cambio. Del 27 de febrero al 7 de marzo la selección nacional de béisbol viajó a Brasil para participar del Torneo Sudamericano de Béisbol junto a Colombia, Bolivia, Argentina y el país anfitrión. En total la blanquirroja jugó seis partidos y venció a Argentina, que era el tricampeón sudamericano, llevándose el tercer puesto.
Ken Ishihara. Foto: Johanna Bernuy
“Nuestro objetivo era conseguir una medalla, de cualquier color. Cumplimos el objetivo y regresamos contentos con la medalla de bronce”, comentó Ken Ishihara, lanzador de la selección. El torneo otorgaba una plaza para los juegos Panamericanos de Toronto, de la cual se hizo acreedora Colombia, que resultó ganador del torneo. El país de la samba de ubicó en el segundo lugar.
En el partido que se jugó contra Bolivia la selección peruana consiguió un “juego perfecto” gracias a Ken Ishihara, cuyo lanzamiento no permitió que ningún jugador boliviano pisara la primera almohadilla, consiguiendo doce ponches. “El premio me lo dieron a mí porque yo lancé todo el juego pero el mérito es de todo el equipo”, agregó Ishihara, quien pertenece a la selección de béisbol desde los 11 años y a la de mayores desde los 18 años.

Sin reconocimiento
A pesar de que los jugadores peruanos lograron estar en el podio de los tres mejores de Sudamérica, no recibieron nada a cambio. Y es que el apoyo que recibe el béisbol de parte del Instituto Peruano del Deporte (IPD), al igual que los otros deportes no comerciales, es mínimo. Incluso, se sabe que el Torneo Sudamericano se iba a realizar en el Perú pero por falta de dinero se cambió de sede y Brasil fue el anfitrión.
A diferencia de Colombia, donde los jugadores son profesionales y se dedican enteramente al béisbol, los representantes peruanos no reciben un sueldo. Ellos estudian y/o trabajan durante el día y en la noche acuden al entrenamiento. “Es un sacrificio, lo hacemos porque nos gusta. A nosotros nadie nos paga por ir a jugar”, afirmó Ken Ishihara.
Por su parte, José Andrés Navarrete, quien participó en el Sudamericano como jardinero izquierdo, comenta que los rumores de un futuro apoyo por parte del IPD vienen desde hace mucho tiempo. “Yo ingresé a la selección a los 11 años. Salí campeón sudamericano y dijeron que nos iban a apoyar y todavía no nos apoyan”, dijo el jugador que actualmente tiene 31 años.
Así, las promesas del IPD han ido y venido, pero lo cierto es que hasta el momento a la selección nacional de béisbol lo único que se le otorgó fueron los pasajes a Brasil y el seguro de viaje. Fuera de eso, no ha recibido ningún reconocimiento ni incentivo para obtener buenos resultados. “A los jugadores de los otros países les pagan todo, les dan viáticos y bonos. Nosotros tenemos primero que obtener un buen resultado para que nos puedan ayudar más adelante”, agregó Navarrete.

Un deporte caro
Además del poco apoyo, entre las desventajas que se presentan para el béisbol en el Perú está la falta de lugares para practicarlo. En Lima solo se cuentan con cinco canchas pero no todas están en buen estado. 
En cuanto a los implementos, cada jugador tiene que adquirir los suyos, ya que para prácticas y entrenamientos no reciben ninguna ayuda por parte de alguna institución. “El que quiere jugar, juega como sea”, dijo Ishihara, quien también se desempeña como entrenador de béisbol en la federación con chicos de 11 a 12 años. “Cuando uno es nuevo el equipo al que entras trata de conseguirte guantes y unas zapatillas. Si tú quieres unos guantes nuevos, tienes que conseguírtelos”, agregó. Al no haber una tienda de implementos, tienen que comprarlos en el extranjero, normalmente en Estados Unidos, lo que resulta un poco más caro.

La selección de béisbol de mayores se encuentra de descanso hasta abril, mes en que retomarán la preparación para los próximos torneos. Durante estas vacaciones se mantienen en espera de la pronunciación de la Federación y del IPD sobre los incentivos prometidos.