Me gusta el dinero, como a todos, creo. Pero en lo que va del año me enorgullezco de haber
descubierto dos cosas. Primero, no me gusta tanto como hacer lo que amo. Y
segundo, no me importa si debo trabajar más para ganar lo mismo si se trata de
hacer lo que me hace feliz.
Entiendo que
muchos ahorita me van a tildar de chibola tonta, que como no tiene familia que
mantener aún, piensa que todo en la vida es fácil. Ya, amigo, relájate. Sí, la
vida no es fácil pero eso no cambia el hecho de que hacer lo que amas es lo más
lindo.
Fuente: Taringa |
Estuve seis
meses en una chamba que me gustaba, con un clima laboral increíble, con gente
interesante y donde las risas no faltaban. Hacía cosas que me gustaban y que
sin mucho esfuerzo me salían bien. Pero siempre llegaba ese momento del día en
el que sentía que quería algo más, el momento en el que deseaba estar haciendo
eso que tanto amo.
Entonces,
decidí renunciar.
Muchas
personas, incluso mis papás, me criticaron. Me dijeron que cómo se me ocurría
dejar una buena chamba si no tenía nada fijo aún, que ya era el último ciclo de
la universidad y que estar sin trabajo era un error.
Y bueno, de
repente un par de veces me flaquearon las piernas y reconsideré lo que estaba
haciendo, pero solo para al final volver a convencerme de que hay una gran
diferencia entre hacer algo que te gusta y que te sale bien, y hacer aquello que
amas, eso que te hace feliz y que no siempre te sale tan bien, pero la sudas y
te la rompes tratando de que así sea.
El éxito
llega cuando haces aquello que te hace agradecer estar vivo. Y qué bonito es
levantarse y alegrarte porque te toca ir a chambear, porque tienes la bendición
de trabajar en eso que de solo pensar, te hace sonreír.
Sonrían más,
Johanna
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