Esa es la idea. Llega un
momento en que la única persona que puede convencerte de cuán bueno eres, eres
tú mismo. Sí, los amigos van a hablar y sí, tu mamá te va a decir que eres el
mejor del mundo.
Y ya, algunas veces les vas a
creer, pero en el fondo sabes que tus amigos siempre quieren verte bien y dicen
lo que sea para levantarte el ánimo; y que tu mamá es tu mamá y para ella todo
lo que hagas siempre va a ser como si acabaras de descubrir un nuevo elemento
químico.
Así que esa es la cosa. Que al
final no importa si todos te repiten lo bueno que eres o si por el contrario
todos te critican, porque la última pieza del rompecabezas la pones tú.
Oye, probablemente no seas el
más guapo o la más linda; quizás no tengas el mejor cerebro, carro o toda la
plata que quieras. Pero caray, eres lo que eres y eres genial, causa.
Créetela. Decir que eres lo
peor, que nunca lo vas a lograr o que las cosas son difíciles, solo hace que
cada vez estés más lejos de la meta.
Créetela, porque eso se
transmite misma infección de piojos, y si otros ven que te la crees, ¡también
se la van a creer!
Y un día ya no será necesario
que alguien te repita esto porque simplemente estarás convencido de que es
cierto.
Abrazos,
Johanna.
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