jueves, mayo 29, 2014

Siete años, como jugando

Dicen que el tiempo vuela cuando te estás divirtiendo, pues parece que he encontrado la diversión de la vida acá porque en un abrir y cerrar de ojos ya son siete años. ¡Siete años del blog!

Cuando lo abrí (2007 – 13 años, segundo de secundaria) dije “Esto se TIENE que hacer conocido” y conforme pasaron los años me di cuenta de que en realidad la cosa no era tan fácil. Y ahora (2014 – 20 años, 4to año de universidad), siete años más tarde y con más de 70 posts al hombro, a mi blog solo lo conoce mi abuela, mis viejos, un par de familiares más y varios amigos.

Pero la verdad es que eso no mata el sueño. No dejas de hacer lo que te gusta solo porque aparentemente no funciona. Lo sigues haciendo porque es lo que amas. Y porque para ti –aunque todos digan lo contrario- vale la pena.

No saben cómo se me agranda el corazón cada vez que alguien me dice que le gustó lo que escribí. Y cómo todo dentro de mí salta -y prácticamente hiperventilo- cada vez que alguien comenta algún post. Puede que sean cosas chiquititas, pero cuenta un montón. Es como que alguien hable bien de tu hijo, así pues, así me siento.

Casi olvido que hoy se cumplían siete años porque estaba centrada en cosas de la universidad, cosas que habían salido bien y otras tantas que habían salido mal. Si no hubiera sido por una gran amiga que me recordó esto, este día hubiera pasado desapercibido.

Y a veces pasa que dejamos que las cosas del día a día nos alejen un poco de nuestra pasión, de esas cosas que amamos. Y francamente, no vale la pena. Olvidamos lo hermoso que tenemos por centrarnos en las “cosas importantes”.
Pero es genial que justamente cuando esas ‘cosas importantes’ no están yendo tan bien, podamos recordar un poquito las cosas básicas que tenemos, lo lindo de nuestra vida, y nos podamos sentir, al menos, un poco menos miserables.

Gracias a todas y cada una de las personas que, al menos una vez, han leído algo que he publicado acá; a todos los que se tomaron el tiempo de dejar un comentario, por más chiquito que fuera; a los pocos que en algún momento compartieron el blog en alguna red social y a los muchos que abrieron y cerraron sin leer nada.
Algunos saludos por Facebook, Twitter y una foto que me hicieron.
Siete años de exagerar todo y créanme que aún hay demasiadas cosas por las cuales hacer drama.

Abrazos,
Johanna. 

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