No, no es amor a primera vista. Es
algo tan simple como conocer a una persona, conversar un rato y que por una u
otra razón te sea muy –extremadamente- fácil imaginar cómo sería tu vida junto
a ese individuo.
¿No? ¿Nunca? Bueno, quizás yo sea
la única rara a la que le ha pasado. Lo vi a los dos días de haber viajado a
Chile pero no hablamos casi nada. Lo vi de nuevo a la siguiente semana y
hablamos por cinco minutos. Luego se fue de viaje y ahí quedó la historia. No
lo volví a ver hasta cinco meses después, en mi último domingo en Concepción.
Probablemente ni siquiera se
acuerda de mi nombre porque la proyección fue mía. Yo fui la que pensó “Oye,
qué gracioso y raro es” y fue mi mente la que de la nada alucinó cómo sería si,
en efecto, pasara algo entre nosotros. Un poco extremo ¿no? ¿Tres minutos
conversando con una persona y ya te imaginas cómo sería pasar una vida juntos?
Pues eso fue.
No se trata de hacer algo, tampoco quiere decir que estés locamente enamorado de esa persona o algo así, simplemente es eso: Una proyección. Imaginar un posible futuro. No es algo que me haya pasado
muchas veces y tampoco es que tenga mucha importancia; pero no escupan al cielo, amigos, porque yo creo que, al menos una vez en la vida –sino más-, cada quien tiene su
propia “proyección a primera vista”.
Just wait for it.
Johanna.
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