Ilustración: Jonny Ruzzo |
Pero creo que la peor parte de la decepción es cuando llega dirigida hacia
ti mismo. Cuando te das cuenta de lo que eres, de dónde estás, de lo que haces,
y te sientes así, ofendido por tu misma vida, por no ser lo que esperabas, por
no dar la talla que una vez te pusiste a ti mismo y que por supuesto, estabas
seguro lo harías.
La decepción es peligrosa, nos hace olvidar que todo es impredecible, que nosotros
mismos somos impredecibles hasta con nuestros pensamientos. Hay que tener
cuidado.
1 comentario:
Es cierto lo que dices, y eso significa que -al final- no son las personas las que nos decepcionan sino las expectativas que prefabricamos sobre ellas (muchas veces, sin siquiera conocerlas). Tal vez al comienzo lo mejor es dar a las personas un voto de neutralidad: dejarlas ser delante de nosotros, y dejar que sean ellas mismas las que construyan las expectativas que debemos tenerles. Sin exagerar, claro, porque el mundo está lleno de aquellos que buscan engañar a los demás y hasta a sí mismos. Saludos
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